12/21/2006

El orbe del tiempo

Capítulo II: Visita inesperada

Mili abrió los ojos lentamente, le dolía todo el cuerpo. Recordaba como el recuerdo se le hacía muy intenso y caía al suelo árido… ¡el suelo! El suelo sobre el que se encontraba era una espesa mata de césped verde y fresco, ¿cómo ha llegado hasta ahí?, que el recuerde la región por donde el vive se caracteriza por la escasa hierba o vegetación en el suelo, sobre todo por abril. Miró a su alrededor y vio grandes árboles que no había visto anteriormente en su vida, se levantó. No sabía si estaba fatigado por el recuerdo o por el desmayo. Instintivamente dio unos pasos en busca de Pedro y Daniel, los llamó. Nadie respondió, por ello grito fuertemente.
- ¡Pedro! ¡Dani!, ¿estáis ahí?.- Se hizo el silencio.
Algo asustado comenzó a buscar a sus amigos, se metió entre unos matorrales, muy parecidos a unos zarzales pero sin espinas, y asombrado encontró una gran pared que ascendía verticalmente hacia el cielo. Mili se dio cuenta que tenía la boca abierta y de haber alguien cerca, le habría visto la cara de embobado que se le había quedado mirando la pared. Miró a su alrededor, y se encontró en lo que parecía un claro, pero más que un claro era un páramo. Alrededor solo había paredes idénticas a la anterior, flanqueadas por montañas cuya cumbre no se alcanzaba a ver. Se fijó que aquel lugar tenía una única salida, la entrada a lo que parecía una cueva. No…, no podía ser, él había visto ese sitio anteriormente en uno de sus desmayos. Ante él se encontraba la entrada a la cueva, con la cara de una bestia que parecía que le iba a engullir. Mili se dio la vuelta haber si era posible encontrar otra salida, porque aquel lugar no le agradaba.
Mientras andaba sin rumbo por el páramo sin salida, exceptuando la cueva, el orbe empezó a destellar, Mili lo cogió algo asustado. De una manera algo extraña el orbe se aclaró un poco, dejando a la vista una pequeña manecilla parecida a la de un reloj de pulsera. La manecilla comenzó a girar a gran velocidad hasta que se paro en un sitio fijo. Señalaba la entrada a la cueva, ¿era aquello una indicación o guía de lo que tenía que hace?. Mili avanzó hacia la entrada de la misteriosa cueva.
La cueva era oscura, sus paredes negras parecían paredes de zafiro, que reflejaban una luz tenue. Mili ando lentamente por la estrecha cueva. Se fijó que en la pared se apreciaba una escritura en una lengua extraña. Siguió por el laberíntico trazado de la cueva. Asombrado, poco a poco la luz se hizo más intensa. Comenzó a percibir una figura al otro lado. Se acercó sigilosamente y se mantuvo oculto en la sombra de la cueva. El individuo estaba vigilando la entrada, se apreciaba en él una fuerte disciplina militar, iba vestido con una armadura un tanto peculiar, Mili no había visto ese tipo de armadura nunca, el soldado portaba una gran lanza. Algo en su interior le impulso a ir hacia el soldado.
-Perdona, podrías ayudarme, ¿dónde estoy?
El soldado le miró aterrado.
-¡ah!… ¡está aquí! – salió corriendo hacia unos árboles.
Mili le siguió. Cuando se adentro en el bosque fue sorprendido por un pelotón de lanceros que apuntaban con sus lanzas hacia él. Entre los árboles había arqueros apuntándole. Mili se sintió incomodo y al mismo tiempo indefenso. Los lanceros se dividieron dejando un pasillo en medio de ellos, por el pasillo apareció otro hombre, vestido con una túnica granate una corona bronceada con forma de hojas de laurel en la cabeza; su pelo era negro grisáceo, más largo de lo que estaba acostumbrado a observar Mili.
-Forastero te encuentras en una situación tensa. Has entrado en los terrenos del Rey de los elfos del sur… - No podía creerlo aquellos tipos eran elfos, debía estar volviéndose loco o debía de estar soñando.-… por invasión de los terrenos de su Majestad, debes ser eliminado… y al encontrarte en una situación desventajosa al no poseer ningún arma será rápido. ¡Arqueros!
Los arqueros tensaron las cuerdas y apuntaron fijamente a Mili. Uno de los lanceros, a quien Mili reconoció como el soldado que estaba en la cueva, susurró algo al oído del elfo de la corona. A medida que el soldado seguía hablando, los ojos del elfo se iban abriendo por el asombro. Le miró fijamente.
-¡Alto! –Volvió a mirarlo.- soldados escoltarlo hasta el palacio, parece que nuestros años de espera han llegado a su fin.

No muy lejos de allí, en la caverna situada al lado del lago Wël, una pared comenzó a resquebrajarse. La cueva temblaba, parecía que había un terremoto en el interior. La pared empezó a caerse a trozos y del interior salió una gran llamarada que termino de abrir un hueco. Por fin, después de mil novecientos años estaba libre. Se estiró como nunca lo había hecho y empezó a tener hambre. Observo su alrededor y localizo unos pequeños mamíferos muy semejantes a los conejos con rasgos de gato. Después de comer se dio una vuelta por la oscura caverna, donde observó que estaba encerrado, blasfemó en lo que pareció un gran grito.

Los soldados elfos parecían muy disciplinados, por más que intentaba que le dijesen a donde iban nadie hablaba, si aflojaba el ritmo de la marcha era empujado por el lancero que llevaba detrás. Estuvieron andando varias horas, hasta que en el momento menos esperado los elfos se pararon.
-Tapadle la cabeza, no puede ver el camino de entrada.
Dicho esto un elfo le tapo la cabeza con lo que le parecía a Mili la parte de debajo de un túnica. Lo hicieron andar un cuarto de hora más, pero esta vez esquivando piedras, agachándose y cruzando lo que parecía un río. Al poco de parar alguien dijo:
-Quitadle el trapo ya no es necesario.
Cuando le quitaron el trozo de tela que le impedía ver, lo primero que vio delante de él fue una preciosa muchacha, de un rostro muy fino.
-Bienvenido a La Ciudad de la Esperanza.

12/20/2006

El orbe del tiempo

Capítulo I: El orbe

Abril de 1997, han pasado ocho años desde que una pequeña cajita llegó a manos de Alberto Milimek. La pequeña cajita contenía un orbe de un cristal blanquecino, casi opaco, sin embargo puede apreciarse algo al trasluz. Alberto, llamado Mili por los amigos, a guardado durante los ocho años el objeto que puede pasar por un huevo tranquilamente, y el cual le ha dado suerte para ciertos temas y mala para otros. Lo lleva encima como un amuleto. Alberto Milimek era un adolescente en su etapa final, con la mayoría de edad recién cumplida, un muchacho algo flacucho, bastante alto, de pelo castaño al igual que los ojos. No sabía de dónde venía su apellido, porque muy corriente no era. El padre de Mili murió cuando éste todavía era un niño, y lo poco que recuerda de él es que siempre tenia el pelo largo tapando sus orejas. La madre de Mili era una mujer bastante bajita, preocupada por su hijo, siempre entregada a las labores de la casa, aunque las malas lenguas hablaban sobre ciertas costumbres antes de casarse.

El día era esplendido para ir a pescar, Mili se encontraba en el garaje de su casa recogiendo los utensilios de pesca, para ir a pescar con Daniel, y Pedro. Algo cansado de la anterior noche, donde había ido a unos pubs con sus amigos, Mili de repente empezó a recordar las palabras de aquel tipo tan raro.
-Toma…y cambia tu futuro...
¿Qué quiso decir con aquello? ¿Por qué recordaba esto ahora? Mili sin más se desmayó.
Estaba en una pradera verde rodeado de montañas, y de la pradera solo se podía salir a través de una cueva. La cueva tenía un aspecto atroz, era como la cabeza de una bestia que le engullía, aquel sitio le ponía realmente nervioso. Un fogonazo de luz blanca. Ahora estaba ante una puerta de piedra con unas letras extrañas, no comprendía nada de todo aquello. Otro fogonazo. Se encontraba en un desierto…¿blanco?...se estaba volviendo loco.
Un chorro de agua intensamente fría le despertó. ¿Qué había ocurrido?, ¿por qué estaba tumbado en el suelo?, se acordó que estaba recordando al extraño hombre cuando se desmayó.
-¿Te encuentras bien Mili?, tu madre nos abrió y nos dijo que estabas en el garaje, te hemos encontrado tumbado en el suelo.- era Pedro algo asustado.
- Si estoy bien, tranquilo, me habré desmayado porque no he desayunado lo suficiente, - era mentira porque el desayuno era su comida más abundante.- ahora nos comemos unas floretas de mi madre y se me pasa.
Los tres amigos salieron de Navalmoral hacia el río Tietar, a uno de los recodos de éste lado de la sierra. El año anterior habían ido al mismo lugar y habían hecho una buena captura de peces.
- ¡Eh Pedro! te acuerdas de los que pescamos el año pasado?, madre mía, creo que nunca hemos cogido tantos.
- Si que me acuerdo Dani, nos costó encontrar gente que quisiera peces, ya sabes que hay rumores entre la gente que dicen que el río esta contaminado.
- Cierto, estuve con el congelador lleno durante un mes, mi madre ya no sabía que hacer con tanto pez.
Mientras Pedro y Daniel hablaban, Mili seguía recordando.
- Toma…y cambia tu futuro…
Estaba volviéndose loco, porque no se le iba el recuerdo de la cabeza, a medida que profundizaban más, alejándose de cualquier foco urbano, el recuerdo era más intenso y más pesado. Llegó un momento en el que no aguantó más y cayó rendido de cansancio al suelo. Pedro y Daniel se miraron extrañados.
-Mili ¿te encuentras bien?, tío antes te hemos visto comer, ¿te ocurre algo?-
-Tranquilo Dani, solo necesito descansar eso es todo.
-Me estas poniendo nervioso, a ver si te va a pasar algo…trae tus cosas que te las llevo yo.
-Gracias Pedro pero puedo yo solo, en serio que no es nada.
No se había dado cuenta, siempre evitaba contar aquel suceso del 89, y sobre todo evitaba que nadie conociera el orbe. Descansó durante un rato en una piedra, fue a levantarse y otra vez cayó al suelo. ¿Por qué no podía moverse?
-Adelantaros vosotros ahora os cojo, solo necesito descansar un poco más.
-Como quieras Mili, ya sabes si te encuentras mal o algo llámanos que nos presentamos aquí en un momento.
Los dos amigos avanzaron unos metros, giraron a la derecha y se perdieron detrás de unos matorrales. Mili se encontraba muy cansado, en eso el recuerdo se hizo brutalmente doloroso, todo le daba vueltas, temblaba, intentó levantarse pero no consiguió nada, solo se debilitaba, se le dilataron las pupilas al mismo tiempo que escuchaba.
-Toma…y cambia tu futuro…
Alberto Milimek se desmayó de nuevo sobre el suelo árido, al lado del río Tietar, con sus compañeros a unos escasos quinientos metros. El orbe destelló intensamente.

12/18/2006

El orbe del tiempo

Proemio

Todo sucedió el 20 de abril de 1989, tenía yo por entonces 10 años. Me encontraba en una de las innumerables calles laberínticas de mi ciudad natal, Navalmoral de la Mata, iba comiendo una bolsa de patatas fritas mientras iba a casa después de haber pasado tres horas con mi mejor amigo, cuando se me acercó un hombre misterioso. Dicho sujeto iba con una gabardina raída, a pesar del calor, y con un gorro de fieltro. La gabardina presentaba el aspecto de haber sobrevivido un largo viaje a pie, lo cual me asombró bastante, ya que hoy en día nos movemos mediante coches, motocicletas, aviones, etc. Miró a ambos lados y en la calle solo estábamos: él, un hombre algo anciano en un balcón, fumando de una pipa larga, y yo. Se me acercó tambaleándose y me dijo como pudo.
-Toma...y cambia tu futuro...-y cayó tendido en el suelo inconsciente.
Me fijé, el hombre tenía una gran herida en la espalda, que sangraba demasiado, le toqué y no tenia pulso, me asusté al ver que el hombre no se movía. De repente observé que tenía un objeto en la mano, ese mismo objeto me lo había ofrecido para cambiar mi futuro. No entendí nada de todo aquello, pero instintivamente cogí aquella pequeña cajita de cartón. Lo miré muy intrigado por su contenido, cuando sonó algo en la otra punta de la calle, me di la vuelta aterrado y vi un humo espeso de color granate. Me asusté y comencé a correr. Al llegar junto al Parque de los Colorines, me fijé que llevaba aferrada muy fuerte la cajita de cartón en mi mano.
Lo que contenía aquella pequeña cajita me iba a cambiar la vida entera. Y sin darme cuenta, en ese mismo instante comencé a cambiar mi futuro.

12/17/2006

Este es el inicio de mi novela El orbe del tiempo, si alguien quiere que siga subiendo los capítulos me lo refleje en un comentario en la entrada del iníco de El orbe del tiempo.

Atentamente

Rodrigo Marcos (Mc Skunk)

RESEÑA DE LA PELICULA SHAKESPEARE IN LOVE

La película Shakespeare in love, refleja bastante bien la época del propio Shakespeare, donde queda reflejada la época del teatro isabelino. Aunque la historia de la película es ficticia, refleja como William si inspira en su musa “Lady Viola” para crear su obra de mayor importancia Romeo y Julieta.
En la película se ve claramente como era la sociedad del s. XVI d.C., la escasa higiene personal, esta está claramente reflejada en la mano con la que Shakespeare escribía, cuyo dedo pulgar e índice presentan un aspecto sucio mugriento debido a la tinta.
La película en cuanto si es bastante buena y contiene una bella historia de amor, aquel que le guste el cine, la literatura o la historia, debería ver Shakespeare in love.

Rodrigo Marcos (Mc Skunk)

Debido a problemas técnicos y personales, la maqueta va a retrasarse bastante, por lo que os pido disculpas, por haber dicho que para navidades podría estar hecha. También quiero decir aquellos que les gusto La Ciudad Esclava, estoy trabajando en mi primera novela e iré subiendo los capítulos al blog.

Un saludo, Skunk

PD: si luchas puedes perder y si no perdido estas.

SIN TITULO


Esbelta, hermosa y apreciada hora
que con tu taconeo aflora
mi amor profundo al fin,
regocijo en el alma al ver tu crin
oscura, brillante y preciosa
venir hacia mí,
me imagino tus labios suaves
que contienen todas las llaves
de mi corazón,
tus ojos me roban la razón
tú definido rostro me adormece,
y mirada a mirada
mi amor por ti crece,
hasta alcanzar la meta soñada
de morir junto a ti,
donde este poeta urbano
quiere tener su fin.

EL DESTIERRO


Volando se van las ideas
todo lo material que veas
convirtiéndote en algo olvidado
los que te conocen te han abandonado

te acompañan sombras ateas
febriles, oscuras, reas
a ti que fuiste amado
ahora te han dado de lado

siendo recuerdo opaco
pervives en mi memoria
guardado en un marco

imaginando los días de euforia
si no te hubieras subido al barco
ahora solo recuerdo tus días de gloria.

Rodrigo Marcos (Mc Skunk)